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La gallina produce un huevo cada 24-26 horas, independientemente de que estos sean o no fecundados por un gallo. De hecho, en las granjas de producción de huevos solo hay gallinas ponedoras y no hay gallos, por lo que los huevos que se comercializan no están fecundados y, por tanto, no se pueden incubar para que nazcan pollitos.

El contenido comestible del huevo lo forman la clara y la yema. La clara contiene principalmente agua (88%) y proteínas, de las que la albúmina es la más importante. En la yema el 50% es agua, y el resto se reparte equitativamente entre proteínas y lípidos.

No es adecuado hacer recomendaciones de consumo de un alimento concreto, sino más bien seguir una dieta equilibrada. Si se tienen en cuenta las directrices de la Dieta Mediterránea, lo adecuado es un consumo de entre dos y tres raciones de alimentos proteicos al día, que pueden ser de carnes, pescado o huevos. Según las preferencias de cada uno, se pueden alternar en las distintas comidas estos alimentos, y por lo tanto, consumirse unas tres-cuatro raciones de huevos por semana. Quien siga una dieta vegetariana necesita consumir más alimentos proteicos (huevos y lácteos), ya que la variedad y biodisponibilidad de los nutrientes que aportan permiten que la alimentación sea equilibrada sin tener que recurrir a suplementos.
El huevo es uno de los alimentos más completos y un ingrediente básico en la alimentación y la cocina. Tiene una gran cantidad de nutrientes y muy pocas calorías, además de una composición grasa saludable. El huevo se considera un alimento proteico. Tiene las proteínas de mejor calidad, es decir, las que más se parecen a las que nuestro organismo necesita. Es importante su alta proporción de aminoácidos esenciales, los que no podemos fabricar y por lo tanto debemos obtener de los alimentos. Además contiene casi todas las vitaminas (salvo la C) y minerales de gran interés (hierro, fósforo, selenio). Dos huevos medianos (unos 100 gramos de parte comestible) se consideran una ración para un adulto, y un huevo para un niño hasta 9 años. Una ración (dos huevos) aportan el 7% de las calorías diarias necesarias y proteínas de gran valor biológico, es decir, necesarias y fácilmente asimilables por el organismo. El huevo no contiene hidratos de carbono, la energía que aporta proviene de los lípidos. Los lípidos del huevo son principalmente ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados (beneficiosos para la salud cardiovascular). El huevo también contiene antioxidantes (Selenio, vitamina E, carotenoides), ácido fólico y colina, necesarios para el buen funcionamiento del organismo.
El huevo tiene colesterol entre sus componentes, porque éste es necesario para la vida (y por tanto para el desarrollo de un futuro embrión). En el pasado la creencia de que el colesterol de la dieta era causa de incremento del colesterol en sangre originó recomendaciones generalizadas de reducción del consumo de huevos, que hoy ya no se justifican con argumentos científicos. Múltiples estudios publicados en los últimos años confirman que a pesar de su contenido en colesterol (unos 200mg/unidad) el consumo de huevos no eleva el riesgo cardiovascular en personas sanas, puesto que aporta fosfolípidos y grasas insaturadas en su composición, junto a algunas vitaminas y antioxidantes que favorecen la prevención de la arterioesclerosis. Las más recientes recomendaciones indican que consumir un huevo por día no supone factor de riesgo alguno en personas sanas. Por lo tanto, no debe limitar el consumo de huevos si no tiene una indicación médica que lo aconseje. El huevo es un alimento muy nutritivo, fácil de preparar y digerir, que gusta a la mayoría de personas y que tiene una relación calidad nutricional/precio inmejorable. Además, los huevos producidos en la Unión Europea cuentan con las mayores garantías de seguridad alimentaria, sanidad y bienestar animal y sostenibilidad en su producción.
La salmonelosis es una toxiinfección de origen bacteriano que normalmente se transmite a través de los alimentos cuando no se han manipulado en condiciones higiénicas. Sus síntomas son principalmente vómitos y diarrea, y puede llegar a ser grave. Las granjas comerciales de la UE tienen planes sanitarios para controlar que las gallinas ponedoras no tengan salmonela: buenas prácticas de higiene, un elevado nivel de bioseguridad, vacunas y controles periódicos de las aves, el pienso y el agua, que son supervisados por las autoridades. Además en caso de granjas positivas, se aplican las medidas necesarias para que los huevos no lleguen al consumidor. Pero la salmonela puede llegar a nuestra cocina desde otros alimentos, o por una manipulación inadecuada. Como consumidores tenemos que manejar el huevo de forma segura para evitar que se contamine. Mantener una higiene adecuada en la cocina, lavarse las manos y limpiar los utensilios después de manejar los huevos, cocinar los alimentos a temperatura suficiente, mantenerlos en el frigorífico tras su preparación si no son para consumo inmediato y no dejarlos a temperatura ambiente, especialmente en varano, son recomendaciones básicas. La salmonela no resiste temperaturas habituales de cocinado, por encima de los 70º. Evite la contaminación de alimentos ya cocinados con otros crudos. Los huevos de granjas comerciales de la Unión Europea llevan en la cáscara marcado el código que identifica la granja de origen. Por lo tanto, la trazabilidad es total, como también el compromiso del productor para poner en el mercado solo huevos seguros.
Juntos, yema y clara forman un alimento muy rico en nutrientes. La yema del huevo contiene la mayor parte de los nutrientes del huevo: hierro, zinc, fósforo, vitaminas A, D, E B6 y B12, ácido fólico, ácido pantoténico, colina y tiamina, así como casi la mitad de las proteínas y la riboflavina del huevo entero. La yema es uno de los pocos alimentos que son fuente natural de vitamina D. La clara contiene más de la mitad del total de proteínas del huevo y riboflavina.
Los ovoproductos son huevos que se han procesado en una industria alimentaria. Se elaboran sometiendo al huevo a un tratamiento de higienización y conservación, y se presentan de forma que se facilita su uso posterior (líquidos o en polvo, huevo entero o sus partes). Se utilizan en la industria alimentaria (de repostería, salsas o platos preparados, por ejemplo) y también en los comedores colectivos (restaurantes, colegios, hospitales e instituciones) en sustitución del huevo en cáscara. Y cada vez más en los hogares. El término “huevina” no existe como producto derivado del huevo, y es incorrecto si se quiere nombrar a los ovoproductos.

GRANJA SAN MIGUEL
P. I. Las Lomas, s/n – 50.490
Villarreal de Huerva, Zaragoza
Telf: 976 807 312
www.granjasanmiguel.com

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